viernes, 29 de abril de 2011

Una de mis historias...

Como ya os in diqué en la primera entrada de este blog iba a publicar mis historias, puesto que nunca he publicado ninguna, pienso que ahora estaría bien hacerlo, pero como hace tiempo que no escribo uno de esos relatos, os dejaré historias que ya escribí antaño...

Hoy desde un sitio oscuro, desde donde no puedo ver, desde donde un rayo de luz es más que un milagro, desde donde estoy escribiendo.
Escribo esto a mi amada, aquella mujer de sonrisa serena, ojos claros y piel blanca, aquella mujer por la que un día di todo y por la que hoy no tengo nada.
Mi infancia era desastrosa, mis padres estaban divorciados, eran demasiado diferentes como para estar juntos, lo único que compartían era su odio. Mi madre murió por un trágico accidente de coche y la vida con mi padre era complicada, tenía deudas, debía mucho dinero y yo tuve que trabajar desde los diez años, pero también me esforzaba en los estudios.
Cuando tenía dieciséis años a mi padre lo metieron en prisión y fue entonces, en aquella etapa fatídica de mi vida fue cuando apareciste tú, con tu sonrisa que me clamaba a gritos, con tu piel que derrochaba luz y tus ojos que me emprendían en una inigualable fantasía.
Te busqué en todas partes, me costó hallarte, pero finalmente te encontré. Casi sin darme cuenta, me enamoré de ti locamente. Soñaba con recorrer tu piel cada noche.
El transcurso de los días se fue haciendo cada vez más corto, cada vez tus ojos me internaban en una nueva fantasía.
Pasaron los años, cuando mi padre salió de prisión traté de esconderte de él, esconderte para que no te viera, esconderte para protegerte, para que pudieras ser mía por siempre y así seguir contigo hasta la muerte.
Un día papá nos vio en el salón, juntos, me levanté de un salto y con una mirada amenazadora me dio una bofetada. Yo traté de protegerte, pero él me dio a elegir o era él, o eras tú.
Aún recuerdo aquel momento en el que con una maleta y un saco hechado a la espalda salí por la puerta, parecía que cada paso, cada segundo, ocurriese a cámara lenta.
Al día siguiente me despidieron del trabajo y mis estudios se habían ido al pique.
Me encontré solo, en la calle, solo contigo, pero un día te perdí, te busqué, pero no me quisiste volver a ver, mi fantasía se ha acabado, ahora me encuentro solo.
Cierto día te necesité, fui a buscarte, te encontré.
Estaba dispuesto a darte todo lo que me pidieses. Tuve deudas por tu culpa, un par de matones desde una cabina de teléfono me amenazaron. No pude pagarles, así que me aprisionaron y golpe a golpe se fue derramando mi sangre suavemente gota por gota. Mi paraíso, mi fantasía iba desapareciendo, me encontré en un cuarto oscuro desahuciado, sin nadie a mi lado. Se acabaron los cuentos, por ti todo lo di y sin ti no tengo nada. Prometí protegerte hasta la muerte y he dado la vida por ello, espero que disfrutes de mi desdicha, porque en esto me has convertido, en un desgraciado, no tengo alma, no tengo vida, no tengo paraíso ni te tengo a mi lado.
Maldita la droga por la muerte que me ha dado.

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